En la travesía
que cualquier visitante haya de realizar en La Habana, el Capitolio Nacional de
La Habana es uno de los monumentos más simbólicos y más representativos de la
ciudad. Construido en 1929 bajo la dirección del arquitecto Eugenio Raynieri
Piedra, el proyecto original fue encargado por el entonces presidente cubano
Gerardo Machado. Su finalidad primigenia era el de albergar y ser sede de las
dos cámaras del Congreso de la República de Cuba. Al contemplarlo, no queda más
remedio que apreciar que fue inspirado en el diseño del Capitolio de los
Estados Unidos. La construcción, emblema de la identidad cubana, presenta una
fachada acolumnada neoclásica y una cúpula que alcanza los 91,73 metros de
altura.
El Capitolio está ubicado en el centro de la
capital del país, entre las calles Prado, Dragones, Industria y San José. Esta
privilegiada situación propició que a partir de su localización se fundamentase
como origen kilométrico de la red de carreteras cubanas. Tras el triunfo de la
Revolución, al disolverse el Congreso, fue remodelado para incluir en sus
instalaciones la sede del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y
la Academia de Ciencias de Cuba. La construcción ocupa un área total de 43.418
m², de los cuales 13.484 corresponden al inmueble, con un área circundante de
jardines y parques de 26.391 m². El resto, 3.543, se dedicaron a la ampliación
de las calles y en su entorno.
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El inmueble se
construyó a partir de una estructura metálica encargada a la compañía
norteamericana Pudrí & Henderson, que ya había ejecutado con anterioridad
numerosas obras de importantes edificios en la capital. La longitud total de la
construcción fue de 207,44 m, y su composición arquitectónica y volumétrica se
estructuró a partir de un cuerpo central compuesto por la escalinata
monumental, de casi 36 m de ancho por 28 m de largo y un total de 55 peldaños
interrumpidos por tres descansos intermedios. A ambos lados del desembarco de
la gran escalera, se emplazan dos grupos escultóricos hechos en bronce por el
artista italiano Angelo Zanelli, La Virtud Tutelar del Pueblo y El Trabajo, de
6,50 m de altura cada uno.
El pórtico central,
de 36 metros de ancho y 16 de alto, es sostenido por 12 columnas jónicas de
granito. En este espacio se ubican las tres puertas de los accesos principales
al edificio, con 7,70 metros de alto y 2,35 de ancho, así como un conjunto de
bajorrelieves de mármol realizados por el mismo artista italiano. La cúpula, de
una altura de 92 metros, fue en su momento la quinta más alta del mundo con un
diámetro de 32 metros. Cuenta con 16 nervios entre los que destacan los panales
recubiertos con láminas de oro de 22 quilates. Remata la cúpula una linterna
con 10 columnas jónicas en cuyo interior había hasta 1959 cinco reflectores
giratorios que fueron retirados. En el interior de este espacio se materializa
el simbolismo arquitectónico en la imponente escultura de La República, situada
bajo el domo, obra también de Zanelli, hecha en bronce, con 15 m de altura y 30
toneladas de peso, que en su momento fue también la segunda más grande del
mundo bajo techo.
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Salón de los Pasos Perdidos |
Este espacio
constituye el nudo de articulación del gran Salón de los Pasos Perdidos, el más
monumental de los espacios existentes en los edificios públicos del país, con
casi 50 metros de largo, 14,5 de ancho y casi 20 metros de puntal; y que sirve
de vínculo con los cuerpos laterales del edificio, de proporciones mucho más
bajas, y en los que predomina la horizontalidad con respecto al bloque central.
En ellos se albergaban la Cámara de Representantes (situada al norte) y el
Senado (situado al sur), que son rematados en sus extremos por las formas
curvas correspondientes a los hemiciclos para reuniones, lo que se refleja en
la arquitectura exterior de las fachadas laterales.
Estos dos bloques
se organizan en una planta tradicional rectangular alrededor de dos patios
centrales, cuyas dimensiones son de 45 por 15 metros cada uno. Éstos resuelven
eficazmente la ventilación e iluminación de los locales de los cuatro niveles
con que cuentan estos bloques. El zócalo que rodea el basamento del edificio,
la gran escalinata monumental principal, el pórtico central y las escalinatas
secundarias están construidos en granito. En el resto del edificio se utilizó
piedra de capellanía, tanto para las fachadas como en sus interiores.
Resulta notable la
variedad y riqueza de los materiales empleados en esta construcción, como las
58 variedades de mármol nacionales y de otras partes del mundo empleados en los
pavimentos y en los paneles escultóricos labrados, los herrajes de bronce de
puertas y ventanas, la lamparería, apliques, candelabros, las pinturas murales
que decoran los hemiciclos (más de veinticuatro), las decoraciones y molduras
de fina ejecución de los falsos techos y paredes realizadas en yeso y estuco.
También son destacables las maderas preciosas, particularmente la caoba,
empleadas en la ejecución de puertas, ventanas, estrados, estantería y otros
trabajos de talla y ebanistería; las rejas y otros elementos de función, los
vitrales y lucernarios de vidrio emplomado, entre otros.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi78EnRshjHYC3My_9F3aYQ3hFllcmJT2MM5MvaiLlRyBD-QMWed3ebhmHMzhvivnS5HNtNetNK8byn-5IstM4MkeHpolD0iPfaCqmy4Cx1EbZ3TOv_QSmSEVN3elsTe1w0CbSJ8Kf3YKM/s1600/Capitolio_de_Noche.jpg)
Un lugar poco
conocido de este edificio es la "Tumba del Mambí Desconocido". Está
ubicada en la parte baja de la escalinata principal; debajo y a ambos lados de
ésta es posible apreciar dos arcos que conducen a un pasaje cubierto donde se
encuentran las entradas a este recinto, que contiene un sarcófago rodeado por
seis figuras de bronce que representan cada una las seis provincias de la
república. Atendiendo al volumen de su construcción, se estima que el Capitolio
de La Habana es el tercero en importancia por su construcción monolítica en el
mundo y el único de esas características construido en el siglo XX.
Es posible
visitarlo, ya que permanece abierto al público, convirtiéndose en uno de los
centros turísticos más visitados de la ciudad, y según muchos expertos, es
considerado como uno de los seis
palacios de mayor relevancia a nivel mundial. El Capitolio de La Habana fue
inaugurado el 20 de mayo de 1929 (Día de la Independencia), con un costo total
de casi diecisiete millones de pesos, lo que equivalía a la misma cantidad de
dólares de la época. Acorde con los nuevos tiempos, el edificio del Capitolio
de la Habana ha sido testigo de un proceso de renovación con el fin de impulsar
su uso turístico, y a menudo, en él se programan encuentros, exposiciones,
actos solemnes y actividades que van unidas a la difusión de la herencia
histórica y arquitectónica del edificio.