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lunes, 3 de febrero de 2014

SÍMBOLO DE LA HABANA Y DE CUBA: EL CAPITOLIO NACIONAL





     En la travesía que cualquier visitante haya de realizar en La Habana, el Capitolio Nacional de La Habana es uno de los monumentos más simbólicos y más representativos de la ciudad. Construido en 1929 bajo la dirección del arquitecto Eugenio Raynieri Piedra, el proyecto original fue encargado por el entonces presidente cubano Gerardo Machado. Su finalidad primigenia era el de albergar y ser sede de las dos cámaras del Congreso de la República de Cuba. Al contemplarlo, no queda más remedio que apreciar que fue inspirado en el diseño del Capitolio de los Estados Unidos. La construcción, emblema de la identidad cubana, presenta una fachada acolumnada neoclásica y una cúpula que alcanza los 91,73 metros de altura.

     El  Capitolio está ubicado en el centro de la capital del país, entre las calles Prado, Dragones, Industria y San José. Esta privilegiada situación propició que a partir de su localización se fundamentase como origen kilométrico de la red de carreteras cubanas. Tras el triunfo de la Revolución, al disolverse el Congreso, fue remodelado para incluir en sus instalaciones la sede del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y la Academia de Ciencias de Cuba. La construcción ocupa un área total de 43.418 m², de los cuales 13.484 corresponden al inmueble, con un área circundante de jardines y parques de 26.391 m². El resto, 3.543, se dedicaron a la ampliación de las calles y en su entorno.



     El inmueble se construyó a partir de una estructura metálica encargada a la compañía norteamericana Pudrí & Henderson, que ya había ejecutado con anterioridad numerosas obras de importantes edificios en la capital. La longitud total de la construcción fue de 207,44 m, y su composición arquitectónica y volumétrica se estructuró a partir de un cuerpo central compuesto por la escalinata monumental, de casi 36 m de ancho por 28 m de largo y un total de 55 peldaños interrumpidos por tres descansos intermedios. A ambos lados del desembarco de la gran escalera, se emplazan dos grupos escultóricos hechos en bronce por el artista italiano Angelo Zanelli, La Virtud Tutelar del Pueblo y El Trabajo, de 6,50 m de altura cada uno.

     El pórtico central, de 36 metros de ancho y 16 de alto, es sostenido por 12 columnas jónicas de granito. En este espacio se ubican las tres puertas de los accesos principales al edificio, con 7,70 metros de alto y 2,35 de ancho, así como un conjunto de bajorrelieves de mármol realizados por el mismo artista italiano. La cúpula, de una altura de 92 metros, fue en su momento la quinta más alta del mundo con un diámetro de 32 metros. Cuenta con 16 nervios entre los que destacan los panales recubiertos con láminas de oro de 22 quilates. Remata la cúpula una linterna con 10 columnas jónicas en cuyo interior había hasta 1959 cinco reflectores giratorios que fueron retirados. En el interior de este espacio se materializa el simbolismo arquitectónico en la imponente escultura de La República, situada bajo el domo, obra también de Zanelli, hecha en bronce, con 15 m de altura y 30 toneladas de peso, que en su momento fue también la segunda más grande del mundo bajo techo.

  
Salón de los Pasos Perdidos
 
     Este espacio constituye el nudo de articulación del gran Salón de los Pasos Perdidos, el más monumental de los espacios existentes en los edificios públicos del país, con casi 50 metros de largo, 14,5 de ancho y casi 20 metros de puntal; y que sirve de vínculo con los cuerpos laterales del edificio, de proporciones mucho más bajas, y en los que predomina la horizontalidad con respecto al bloque central. En ellos se albergaban la Cámara de Representantes (situada al norte) y el Senado (situado al sur), que son rematados en sus extremos por las formas curvas correspondientes a los hemiciclos para reuniones, lo que se refleja en la arquitectura exterior de las fachadas laterales.

     Estos dos bloques se organizan en una planta tradicional rectangular alrededor de dos patios centrales, cuyas dimensiones son de 45 por 15 metros cada uno. Éstos resuelven eficazmente la ventilación e iluminación de los locales de los cuatro niveles con que cuentan estos bloques. El zócalo que rodea el basamento del edificio, la gran escalinata monumental principal, el pórtico central y las escalinatas secundarias están construidos en granito. En el resto del edificio se utilizó piedra de capellanía, tanto para las fachadas como en sus interiores.

    Resulta notable la variedad y riqueza de los materiales empleados en esta construcción, como las 58 variedades de mármol nacionales y de otras partes del mundo empleados en los pavimentos y en los paneles escultóricos labrados, los herrajes de bronce de puertas y ventanas, la lamparería, apliques, candelabros, las pinturas murales que decoran los hemiciclos (más de veinticuatro), las decoraciones y molduras de fina ejecución de los falsos techos y paredes realizadas en yeso y estuco. También son destacables las maderas preciosas, particularmente la caoba, empleadas en la ejecución de puertas, ventanas, estrados, estantería y otros trabajos de talla y ebanistería; las rejas y otros elementos de función, los vitrales y lucernarios de vidrio emplomado, entre otros.



    Un lugar poco conocido de este edificio es la "Tumba del Mambí Desconocido". Está ubicada en la parte baja de la escalinata principal; debajo y a ambos lados de ésta es posible apreciar dos arcos que conducen a un pasaje cubierto donde se encuentran las entradas a este recinto, que contiene un sarcófago rodeado por seis figuras de bronce que representan cada una las seis provincias de la república. Atendiendo al volumen de su construcción, se estima que el Capitolio de La Habana es el tercero en importancia por su construcción monolítica en el mundo y el único de esas características construido en el siglo XX.   

     Es posible visitarlo, ya que permanece abierto al público, convirtiéndose en uno de los centros turísticos más visitados de la ciudad, y según muchos expertos, es considerado  como uno de los seis palacios de mayor relevancia a nivel mundial. El Capitolio de La Habana fue inaugurado el 20 de mayo de 1929 (Día de la Independencia), con un costo total de casi diecisiete millones de pesos, lo que equivalía a la misma cantidad de dólares de la época. Acorde con los nuevos tiempos, el edificio del Capitolio de la Habana ha sido testigo de un proceso de renovación con el fin de impulsar su uso turístico, y a menudo, en él se programan encuentros, exposiciones, actos solemnes y actividades que van unidas a la difusión de la herencia histórica y arquitectónica del edificio.









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