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viernes, 7 de febrero de 2014

MAMBO: NO PODRÁS DEJAR DE BAILARLO






     La palabra “mambo” por sí sola parece anunciar música y baile. Sus orígenes, trazados desde las raíces más tradicionales de Cuba, se remontan a los años treinta, en los que los hermanos Israel “Cachao” y Orestes López, componentes de la mítica Orquesta de Arcaño y Sus Maravillas, brindan mayor rapidez al danzón y empleando en la percusión la síncopa. Más tarde, las influencias memorables de músicos insignes como Arsenio Rodríguez , Dámaso Pérez Prado , Roderico Neyra "Rodney", José Curbelo y Benny Moré, darían rotundidad y cuerpo a este estilo musical y coreográfico conocido en el mundo entero.  

     Como deja entrever la pronunciación de la palabra “mambo”, su etimología surge de África, concretamente de la región del Congo. Las interpretaciones que de este vocablo se han hecho son diversas, y pueden variar entre una “conversación con los dioses” y la denominación que se hace de las sacerdotisas vudú en Haití. Más allá de estas consideraciones hermenéuticas, lo cierto es que el primero que la utilizó para dar nombre al nuevo estilo musical y de danza fue Arsenio Rodríguez. Como dijimos, el mambo se desarrolla a partir del danzón, el baile nacional de Cuba, y el son montuno de Arsenio Rodríguez. En 1940 el son cubano evolucionó hacia un tempo más acelerado con la incorporación de la conga, piano y otra trompeta, incorporando estilos cada vez más atrevidos y agresivos. La interdependencia creciente entre músicos y bailadores hizo posible que la percusión fuera adquiriendo poco a poco un papel cada vez más predominante. De igual forma, los arreglos orquestales de Dámaso Pérez Prado, le aportaron una sonoridad nueva, sin precedentes hasta ese entonces. En los años siguientes se fusionarían también el mambo y el jazz afrocubano.

     La dinámica del mambo al bailar radica en seguir un ritmo sincopado, con cuatro pasos por compás, o sea 4/4, nota musical tomada del son cubano y trasmitido al son montuno en el cual se apoya la base del mambo de Pérez Prado y de José Curbelo. Se marcan los cuatro tiempos, con movimientos fuertes y frecuentes flexiones de las articulaciones de pies y brazos. Este es un baile "fuerte" que requiere velocidad de pies, mucha energía y pocas inhibiciones. En la actualidad el mambo es uno de los ritmos latinos que se enseñan en clases de baile de salón, aunque en muchas escuelas tiende a confundírsele con el son montuno o guaracha comercialmente llamados salsa en Nueva York.

     Claros y famosos exponentes cubanos de este estilo musical fueron los ya mencionados  Israel “Cachao” López (La Habana, 14 de septiembre de 1918, Coral Gables - 22 de marzo de 2008, Miami). Se convirtió en una leyenda de la música cubana con su magistral manejo del contrabajo y se destacó por sus actuaciones musicales en el mambo y el jazz afrocubano. Su talento lo llevó a obtener dos premios Grammy (en 1995 y 2005), un Grammy latino en 2003, el título de Doctor Honoris Causa otorgado por el prestigiado Berklee College of Music y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Ha sido descrito como "el inventor del mambo". Se le considera un maestro de la descarga (improvisaciones en vivo)); Orestes López, Dámaso Pérez Prado y su Orquesta ((Matanzas, Cuba, 11 de diciembre de 1916 - Ciudad de México, 14 de septiembre de 1989), el "Rey del Mambo"); Machito ((Francisco Raúl Gutiérrez Grillo, La Habana, 16 de febrero de 1912 – 15 de abril de 1984, Londres), músico y cantante cubano que desempeñó un papel fundamental en la historia y creación del jazz afrocubano); y Beny Moré (Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez (Santa Isabel de las Lajas, 24 de agosto de 1919 - La Habana, 19 de febrero de 1963), conocido como El Bárbaro del Ritmo o El Sonero Mayor de Cuba, de un innato sentido musical y dotado de una fluida voz de tenor que coloreaba y fraseaba con gran expresividad), entre otros muchos. Con un video de Benny Moré sabremos perfectamente cuál es el encanto que envuelve esta música que invita a no quedarse sentado por mucho tiempo en nuestros asientos.




martes, 4 de febrero de 2014

LA PALMA REAL: UN TESTIGO DE ALTURA DE LA BELLEZA DE CUBA





      La conocida y hermosa palma real de Cuba o Roystonea regia, es una especie de palma cuya altura, elegancia y fácil cultivo la ha convertido en una de los árboles utilizados como elemento ornamental más común en el mundo. Es también el más simbólico de los campos de Cuba, donde es reconocido como árbol nacional. El epíteto específico «regia» viene del latín rēgia y significa "real" (del rey).

     La palma real es un árbol de tronco en estipe que suele alcanzar hasta unos 25 metros de altura, aunque en algunos casos puede llegar hasta 40 metros. Su tronco es liso, de color grisáceo claro, y tiene la apariencia de una columna flexible y cimbreante, ligeramente fusiforme, que engruesa ligeramente a media altura para luego volver a adelgazar. El diámetro del tronco puede alcanzar los 50 o 60 centímetros. Posee un penacho terminal de hojas que alcanzan hasta los 6 metros de largo. Las hojas tienen en su base un peciolo envainador o “yagua” muy grande y liso que envuelve el tronco. Son pinnadas y sus foliolos o pinnas, muy numerosos, siendo bífidos en el ápice y de color verde oscuro brillante. La inflorescencia se despliega en espádice ramificado dos o tres veces consecutivas y se abre, envuelta en una espata de su misma longitud, debajo de la base de la yagua de la hoja más vieja. Las flores son sésiles, lanceoladas, con 5 tépalos externos y 5 internos, teniendo en cuenta que los internos en la flor femenina son valvares. El número de estambres ronda entre 6 y 9. El ovario tiene tres cavidades y está rodeado por una cúpula de seis dientes. Los estigmas son tres, sésiles. El fruto o palmiche es una baya ligeramente alargada, de unos 10 milímetros de longitud y de unos 9 milímetros de ancha, de color violáceo y que contiene sólo una semilla.
  
     Es nativa del sur de la Florida, Belice, Bahamas, Puerto Rico, Cuba, Honduras y de algunas regiones de México y de las Islas Caimán. Hoy está plantada en todos los países de la zona intertropical y en varias regiones se ha asilvestrado. Se encuentra en los llanos cultivados cubanos como principal remanente de los bosques semicaducos que era la vegetación predominante en Cuba y también crece en terrenos montañosos fértiles y húmedos, siendo a veces más abundante en la vegetación secundaria. Al igual que en otros países americanos, la mayoría de estos árboles suele sembrarse en los cañaverales de azúcar a lo largo de los caminos de interiores para delimitar parcelas y servir de orientación por ser fáciles de distinguir a la distancia.

     La palma real tiene muchos usos, además de su popular cultivo en jardinería. El tronco proporciona tablas para los "bohíos" o casas campesinas. Las grandes hojas o pencas conocidas como guano sirven para techar casas. Con las espatas florales se hacen "catauros", que son como cestas no tejidas. Las vainas foliares o "yaguas" sirven para envolver las hojas curadas del tabaco en tercios y antes también eran muy usadas para hacer las paredes de los bohíos. Sus flores son una importante fuente de alimento para las abejas. Su fruto, el palmiche, cuelga muy abundantemente en racimos y brindan excelente alimento para los cerdos. Los racimos ya secos son útiles como escobas rústicas. El cogollo tierno puede servir como alimento llamado en Cuba "palmiche". La floración y fructificación ocurre a lo largo de todo el año y cada palma puede dar de 2 a 8 racimos de palmiche de por lo menos 23 kilogramos (aunque se han constatado palmiches de hasta 92 kilogramos) cada uno al año. El palmiche puede ser fuente de aceite para fabricar jabón. En Cuba se usa la raíz en cocimiento como diurético, para expulsar piedras en la orina, para el tratamiento de la diabetes, y se dice que tiene propiedades emolientes.

     La palma real fue elegida como el árbol nacional en Cuba por ser el más numeroso de sus árboles, por ser la especie más notoria de sus paisajes, por su belleza, por su utilidad y por estar representada en el escudo nacional. Es un árbol sagrado para una de las religiones más difundidas en Cuba, la Regla de Ocha, Santería o Regla de los Orishas (es decir regla de los dioses). Esta religión es originaria de los Yoruba, etnia africana de la región del golfo de Guinea en África occidental. En Cuba esta religión fue transmitida junto con sus portadores, los africanos esclavizados. Al tiempo que fue cubanizándose y sincretizándose con otros elementos religiosos, se fue convirtiendo en la religión más difundida entre los descendientes de africanos en Cuba sin importar el origen étnico. Hoy entre sus creyentes pueden hallarse todos los colores de piel.

     La palma real es llamada "alabbi", en yorubá, idioma ritual de esta religión en Cuba. Este árbol, que es el preferido de los rayos, es uno de los atributos que representan a Changó. Este orisha sincretiza en Cuba con Santa Bárbara (de la religión Católica Apostólica Romana), y es el dios del fuego, del rayo, de la guerra y los tambores, y uno de los que reciben mayor devoción. Las ofrendas a Changó suelen colocarse al pie de la palma. Sus hojas verdes sirven también para construir dentro de la "Casa de Santo" la choza donde el iniciado de Oggún (orisha de la guerra, el hierro y la forja) recibe homenajes después de la consagración. Proveniente de Islas Canarias, existe en algunos lugares de Cuba la costumbre de azotar los árboles que no dan frutos usando escobas de racimos de palma, al tiempo que se le profieren amenazas e injurias.

lunes, 3 de febrero de 2014

SÍMBOLO DE LA HABANA Y DE CUBA: EL CAPITOLIO NACIONAL





     En la travesía que cualquier visitante haya de realizar en La Habana, el Capitolio Nacional de La Habana es uno de los monumentos más simbólicos y más representativos de la ciudad. Construido en 1929 bajo la dirección del arquitecto Eugenio Raynieri Piedra, el proyecto original fue encargado por el entonces presidente cubano Gerardo Machado. Su finalidad primigenia era el de albergar y ser sede de las dos cámaras del Congreso de la República de Cuba. Al contemplarlo, no queda más remedio que apreciar que fue inspirado en el diseño del Capitolio de los Estados Unidos. La construcción, emblema de la identidad cubana, presenta una fachada acolumnada neoclásica y una cúpula que alcanza los 91,73 metros de altura.

     El  Capitolio está ubicado en el centro de la capital del país, entre las calles Prado, Dragones, Industria y San José. Esta privilegiada situación propició que a partir de su localización se fundamentase como origen kilométrico de la red de carreteras cubanas. Tras el triunfo de la Revolución, al disolverse el Congreso, fue remodelado para incluir en sus instalaciones la sede del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y la Academia de Ciencias de Cuba. La construcción ocupa un área total de 43.418 m², de los cuales 13.484 corresponden al inmueble, con un área circundante de jardines y parques de 26.391 m². El resto, 3.543, se dedicaron a la ampliación de las calles y en su entorno.



     El inmueble se construyó a partir de una estructura metálica encargada a la compañía norteamericana Pudrí & Henderson, que ya había ejecutado con anterioridad numerosas obras de importantes edificios en la capital. La longitud total de la construcción fue de 207,44 m, y su composición arquitectónica y volumétrica se estructuró a partir de un cuerpo central compuesto por la escalinata monumental, de casi 36 m de ancho por 28 m de largo y un total de 55 peldaños interrumpidos por tres descansos intermedios. A ambos lados del desembarco de la gran escalera, se emplazan dos grupos escultóricos hechos en bronce por el artista italiano Angelo Zanelli, La Virtud Tutelar del Pueblo y El Trabajo, de 6,50 m de altura cada uno.

     El pórtico central, de 36 metros de ancho y 16 de alto, es sostenido por 12 columnas jónicas de granito. En este espacio se ubican las tres puertas de los accesos principales al edificio, con 7,70 metros de alto y 2,35 de ancho, así como un conjunto de bajorrelieves de mármol realizados por el mismo artista italiano. La cúpula, de una altura de 92 metros, fue en su momento la quinta más alta del mundo con un diámetro de 32 metros. Cuenta con 16 nervios entre los que destacan los panales recubiertos con láminas de oro de 22 quilates. Remata la cúpula una linterna con 10 columnas jónicas en cuyo interior había hasta 1959 cinco reflectores giratorios que fueron retirados. En el interior de este espacio se materializa el simbolismo arquitectónico en la imponente escultura de La República, situada bajo el domo, obra también de Zanelli, hecha en bronce, con 15 m de altura y 30 toneladas de peso, que en su momento fue también la segunda más grande del mundo bajo techo.

  
Salón de los Pasos Perdidos
 
     Este espacio constituye el nudo de articulación del gran Salón de los Pasos Perdidos, el más monumental de los espacios existentes en los edificios públicos del país, con casi 50 metros de largo, 14,5 de ancho y casi 20 metros de puntal; y que sirve de vínculo con los cuerpos laterales del edificio, de proporciones mucho más bajas, y en los que predomina la horizontalidad con respecto al bloque central. En ellos se albergaban la Cámara de Representantes (situada al norte) y el Senado (situado al sur), que son rematados en sus extremos por las formas curvas correspondientes a los hemiciclos para reuniones, lo que se refleja en la arquitectura exterior de las fachadas laterales.

     Estos dos bloques se organizan en una planta tradicional rectangular alrededor de dos patios centrales, cuyas dimensiones son de 45 por 15 metros cada uno. Éstos resuelven eficazmente la ventilación e iluminación de los locales de los cuatro niveles con que cuentan estos bloques. El zócalo que rodea el basamento del edificio, la gran escalinata monumental principal, el pórtico central y las escalinatas secundarias están construidos en granito. En el resto del edificio se utilizó piedra de capellanía, tanto para las fachadas como en sus interiores.

    Resulta notable la variedad y riqueza de los materiales empleados en esta construcción, como las 58 variedades de mármol nacionales y de otras partes del mundo empleados en los pavimentos y en los paneles escultóricos labrados, los herrajes de bronce de puertas y ventanas, la lamparería, apliques, candelabros, las pinturas murales que decoran los hemiciclos (más de veinticuatro), las decoraciones y molduras de fina ejecución de los falsos techos y paredes realizadas en yeso y estuco. También son destacables las maderas preciosas, particularmente la caoba, empleadas en la ejecución de puertas, ventanas, estrados, estantería y otros trabajos de talla y ebanistería; las rejas y otros elementos de función, los vitrales y lucernarios de vidrio emplomado, entre otros.



    Un lugar poco conocido de este edificio es la "Tumba del Mambí Desconocido". Está ubicada en la parte baja de la escalinata principal; debajo y a ambos lados de ésta es posible apreciar dos arcos que conducen a un pasaje cubierto donde se encuentran las entradas a este recinto, que contiene un sarcófago rodeado por seis figuras de bronce que representan cada una las seis provincias de la república. Atendiendo al volumen de su construcción, se estima que el Capitolio de La Habana es el tercero en importancia por su construcción monolítica en el mundo y el único de esas características construido en el siglo XX.   

     Es posible visitarlo, ya que permanece abierto al público, convirtiéndose en uno de los centros turísticos más visitados de la ciudad, y según muchos expertos, es considerado  como uno de los seis palacios de mayor relevancia a nivel mundial. El Capitolio de La Habana fue inaugurado el 20 de mayo de 1929 (Día de la Independencia), con un costo total de casi diecisiete millones de pesos, lo que equivalía a la misma cantidad de dólares de la época. Acorde con los nuevos tiempos, el edificio del Capitolio de la Habana ha sido testigo de un proceso de renovación con el fin de impulsar su uso turístico, y a menudo, en él se programan encuentros, exposiciones, actos solemnes y actividades que van unidas a la difusión de la herencia histórica y arquitectónica del edificio.