Uno de los símbolos del
esplendor habanero de comienzos del
siglo xx hace honor al nombre de “Manzana de Gómez”. Dicha instalación enmarca
las calles de San Rafael y Neptuno, y Monserrate y Zulueta. En la ubicación citada
se encontraba antiguamente la puerta de Monserrate antes de la demolición de
las murallas de La Habana en 1863.
Un español de origen vasco
llamado Julián Zulueta, poderoso comerciante, fue el primero en realizar la
compra del terreno. Una vez realizado el proyecto inmobiliario para el lugar,
comenzaron las obras, y una vez realizadas las primeras excavaciones se
descubren una serie de manantiales, que transformaron el proyecto y con ello el
presupuesto destinado a la obra, la cual
fue imposible de realizar. De
esta manera el sitio quedó conocido como
“Las ruinas de Zulueta”.
Años más tarde, alrededor de
1894, Andrés Gómez Mena adquirió los terrenos y levantó un edificio comercial
de una planta, rodeado de un portal público corrido, con sus cuatro esquinas,
achaflanadas, vértices de dos galerías que se cruzaban diagonalmente y
cubiertas de vidrio.
. En 1908 comenzó la
construcción del Polyteama Habanero en
la primera planta del edificio. Era un conjunto de instalaciones compuestas por
la sala de teatro Polyteama Grande, y donde Eliseo Grenet dirigió la orquesta
Polyteama Habanero e hizo su debut en el
año 1911 a los dieciséis años, María Teresa Vera. También contaba con la sala cinematográfica
Polyteama Chico, donde se estrenó en el año 1913 el primer largometraje silente
filmado en Cuba. Comprendía además una pista de patinaje, un restaurante y
algunos kioscos, los cuales se ubicaban en la calle Zulueta. Desgraciadamente,
la empresa fracasó y se demolieron las estructuras de acero y el interior de
las instalaciones, manteniendo únicamente las fachadas y la escalera principal
del teatro. En su lugar se apostó por el crecimiento vertical del edificio para
ubicar en los nuevos pisos oficinas y sucursales bancarias.
En el año 1917 el
edificio se terminó, con una totalidad de cuatro pisos nuevos sobre la planta
baja, y en los años venideros se le dotó
de ocho ascensores; dos por cada una de las calles que lo encuadran. Esos
pisos, fragmentados en 560 cubículos, se dedicaron a oficinas, aunque también
funcionaron en la Manzana las academias comerciales Pittman, en el segundo
piso, y Gregg, en el quinto. En uno de esos cubículos radicó la Institución
Iberoamericana de Cultura, que presidió don Fernando Ortiz, y no pocas
legaciones y consulados tuvieron en estos sus oficinas. Allí tenían sus bufetes
muchos abogados y también la revista Show, de Carlos M. Palma, de enorme
circulación en Cuba y en todo el ámbito hispánico; fuente imprescindible para
conocer el mundo de la farándula cubana.
En la actualidad, tras varios años cerrada, se encuentra en
remodelación para convertirse en un hotel de alta categoría al servicio del
turismo.
Fuentes: Juventud Rebelde
Virtual, Skyscrapercity.com y Cubanet.org.